Hay cosas que tienen en común todas las personas, sea cual sea su naturaleza, su educación o su estatus social. Puede ser un reflejo que nos intenta mantener a salvo, ya sea previniéndonos del peligro de las alturas, de los lugares oscuros, las calles poco transitadas, la gente desconocida,... También puede ser algo más profundo; más intimo y más grotesco: la zozobra que produce la posibilidad de perder algo que amamos y verlo desaparecer para siempre.
Éste último puede hacer que la gente sobrepase los límites que su propio cuerpo impone, los límites de la moralidad, o incluso, quién sabe si los límites de la mortalidad. Pero sobre, todo es de esté miedo a quedarse sin lo que queremos del que nace el autentico valor...
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